Sinopsis

Julien Monnier tiene un grave problema. A pesar de ser un brillante asesor matrimonial, es incapaz de tener una relación que dure más de dos semanas.
La razón es simple: desde su más tierna infancia, es un auténtico gafe para las mujeres que se interesan por él. 


No hablamos de esos gafes que dan un poquitín de mala suerte, no, lo suyo es a lo grande. Es de los gafes que mandan al hospital, hacen perder el trabajo y los amigos… Julien es lo peor de lo peor para las mujeres.

Joanna Sorini no tarda en darse cuenta cuando sus caminos se cruzan. Las cosas le van de maravilla profesionalmente y por fin parece que su vida amorosa se despierta… pero todo va a cambiar.

Entrevista con Nicolas Cuche (Realizador)


-          ¿Qué le atrajo de la historia?


-          Siempre es difícil decir por qué apetece hacer o no una película. En ese momento, tenía varios guiones entre manos, pero me incliné por este debido a su frescura, a su energía y porque no era una comedia sentimental al uso. No era una comedia que pretendiera ser psicológica y tratar de los problemas de la gente de treinta años. Sus protagonistas tampoco eran de esos que lo tienen todo para ser felices, pero pretenden ser desgraciados. Es un encuentro inusitado que nos lleva hacia una extraña aventura con mucho ritmo y un acercamiento original.





-          ¿Cómo trabajó con los guionistas?


-          Disponíamos de referencias compartidas - de hecho, más anglosajonas o estadounidenses que francesas -, con conceptos fuertes. Pero tampoco queríamos renegar de nuestra cultura y hacer una película estilo tal o cual.


Nos reunimos en numerosas ocasiones para desarrollar las escenas. A veces me empeñaba en profundizar en algunas ideas. Por ejemplo, la escena del hospital con la mujer de los labios hinchados, que desarrollé como una auténtica escena de comedia.





-          ¿Cómo escogió a la pareja de actores?


-          Ahora me doy cuenta de que reuní a una familia de intérpretes eclécticos, de mucha personalidad. Me gusta escoger a actores sin preocuparme por las etiquetas que se les ha puesto.


No tardé mucho en pensar en Virginie Efira. Me gusta su sentido cómico, su forma de hacerse con las situaciones más imposibles. Su frescura encaja perfectamente con el tono de la película y con lo que buscaba para el papel protagonista femenino. No había rodado muchas películas todavía, pero en los ensayos demostró ser la actriz que buscaba. El personaje es la piedra angular de la historia; es el motor de la comedia. En Bélgica, su país de origen y donde hemos rodado, es conocida sobre todo por su trabajo en los escenarios.


La posibilidad de trabajar con François-Xavier me interesó enseguida. Aporta otra dimensión al papel. Es capaz de comunicar que los sentimientos son más importantes que el lado superficial de la seducción. Desprende un aura sincera, densa, muy alejada del estereotipo del género. Gracias a él, la pareja tiene una relación más sentimental. Además, me parece que el lado humano, un poco resignado, muy simpático, le va a las mil maravillas. Tanto él como Virginie son naturalezas positivas, carentes de cinismo, a las que apetece seguir para saber qué les pasará. Se conocen por casualidad, una casualidad orquestada por la vida. Es un encuentro lleno de humor y de emoción.





-          Les rodean una impresionante galería de personalidades interpretativas…


-          Es una película con muchos papeles. Algunos son muy cortos, pero memorables. Me puse en contacto con actores que me gustaban y que me parecían encajar.


El personaje de Raphaël Personnaz era problemático porque es un auténtico papel de primer galán, el compañero ideal que, lógicamente, debería atraer a Virginie. Me gustó mucho el toque que aportó Raphaël a su personaje; aunque esté sinceramente enamorado, siempre mantiene una distancia que le impide luchar como un loco poseso si la relación no funciona con facilidad. Escogí a Raphaël por su desenfado elegante, que limita al personaje a la vez que le da un aura especial.


Francis Perrin se impuso naturalmente para el papel del padre de François-Xavier. Me parece que existe algo familiar entre ellos. La escena que tienen juntos es conmovedora.


Elie Semoun es un actor formidable. Me río mucho con él y con Markus, su personaje. Hacía falta un intérprete con mucho talento para llevar el personaje hasta el final de su locura y de su megalomanía. Da vida a uno de esos personajes fascinantes que todos disfrutamos odiando.


En cuanto a la amiga de Joanna, fui muy feliz de poder contar con Armelle Deutsch. Ha hecho un recorrido atípico y es perfecta para equilibrar el papel de Virginie.





-          “Ser gafe” es uno de los elementos que aporta originalidad a la película. ¿Qué piensa de este estado?


-          Me documenté al respecto y acerca de cómo lo ve la gente. Hay varios libros sobre el tema, pero en Internet se encuentran varias páginas con testimonios sorprendentes. Siento curiosidad, pero tampoco me influye. Soy de naturaleza bastante inquieta y perfeccionista. Más bien creo que hace falta suerte en un rodaje. Por ejemplo, la escena de la fuente habría podido ser una pesadilla técnica si hubiese hecho mal tiempo. Pero, por “suerte”, la rodamos los dos únicos días de buen tiempo. Otro ejemplo, la escena en la barca. Rodamos la caída al agua unos días antes de que el lago se helara de golpe.


En esta película hay una filosofía en la que creo de verdad, y es ver las cosas de forma positiva. Creo que la energía de mucha gente se suma de forma positiva, mientras que en otros casos, se divide. Hay personas que cruzan umbrales cuando se conocen, mientras que la mala suerte persigue a otras. Como ocurre en la película, si miro hacia atrás, me doy cuenta de que algunos momentos que consideré de mala suerte, quizá los peores de mi vida, en realidad fueron la base de otros muy buenos.

Entrevista con Virginie Efira (Joanna)



-          ¿Qué le atrajo del proyecto?
-          Al leer el guión, me sedujeron dos cosas. Normalmente, en una comedia, los personajes femeninos son mujeres observadoras, aportan dulzura y sirven para hacer entrar en razón al hombre. En este caso, Joanna es uno de los motores de la historia. Aunque no lo consiga, esta mujer intenta hacer algo con su vida. Siempre me han interesado las personas que no encuentran un lugar; que quieren pertenecer a un grupo, pero no lo consiguen; que se esfuerzan, pero fracasan. Son muy interesantes. Joanna tiene algo de eso. Intuí que habría que ir más allá de la feminidad.
Y me gustó el espíritu de la película. Me gustan las comedias con trasfondo, y me parece que el humor es una forma bastante púdica y eficaz de comunicar cosas más profundas. En esta historia, todos los personajes empiezan con ideas preconcebidas, pero la vida va a enviarles en direcciones imprevistas. La adversidad puede obligarnos a descubrir otros caminos, a cambiar de modo de ser, y no nos viene mal.

-          ¿Qué tiene esta comedia de especial?
-          Aunque está construida con algunos de los códigos típicos del género, se abandonan para ir hacia algo más realista y más humano. Ella no es una belleza inaccesible y él no es un play-boy irresponsable. Joanna tiene una personalidad muy definida, como la tiene Julien. No buscan a alguien de quien enamorarse. Ella ha llegado a un momento crucial de su vida, puede que su sueño profesional esté a punto de fallar; él está de vuelta de todo, en parte debido a su profesión - ve a demasiadas parejas rotas -, y también porque está convencido de que da mala suerte a las mujeres a las que ama. Al conocerse y relacionarse, cambiarán la imagen que tienen de sí mismos.

-          ¿Cómo preparó el personaje de Joanna?
-          Joanna es una joven independiente y autónoma. Funciona por instinto, no es nada calculadora. Sabe que debe cambiar, que es hora de que su vida evolucione, pero no se atreve a dar el paso. El encuentro con Julien hará que aparte sus dudas y sus certezas. Me gustan las zancadillas que puede ponernos el destino para devolvernos un poco de humildad. Joanna deberá poner todo lo que sabe en entredicho. También me gusta que las circunstancias consigan que un personaje muy seguro de sí mismo empiece a dudar. En mi opinión, una persona no depende tanto de sus victorias, sino de la forma en que supera los fracasos. El papel requería una inclinación por la comedia y pude alimentar al personaje con actitudes, anécdotas y palabras mías. Nicolas y los guionistas nos dejaron espacio para hacerlo. Algunas escenas rozaban lo burlesco, algo poco habitual hoy en día, y disfruté mucho.

-          ¿Qué piensa de la noción de buena o mala suerte?
-          No soy nada supersticiosa. Como hija de médico, soy una persona pragmática y no soy de las que llevan amuletos. Más bien me gusta tentar a la suerte, pasar por debajo de las escaleras y bromear si somos trece en una mesa. Me parece que todo depende de cómo se definen las situaciones. Algunas catástrofes en realidad son oportunidades, todo es relativo. Aunque debo reconocer que ha habido ocasiones en que he tenido mucha suerte y otras, todo lo contrario. Pero la suerte o la mala suerte no guían mi vida.
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-          Háblenos de su relación de trabajo con François-Xavier Demaison.
-          Nos llevamos bien inmediatamente. Es un hombre con mucha personalidad. Con él, la historia de amor parece mucho más real porque nunca la interpreta como una seducción superficial. Joanna y Julien tienen cosas que compartir, que hacer juntos. Me gustó la idea de que Joanna no escogiera a Martin el seductor - magníficamente interpretado por Raphaël, con un toque de ironía -, y que siguiera los dictados de su corazón. Era la forma perfecta para evitar cualquier tipo de lugar común, incluso con Raphaël.
François-Xavier aporta fragilidad y sinceridad a la relación. Trabajar con él ha sido muy fácil. Teníamos la impresión de ser hermanos, lo que nos permitió actuar sin falsos pudores, sin ambigüedad, para el bien de la película.