Entrevista con Nicolas Cuche (Realizador)


-          ¿Qué le atrajo de la historia?


-          Siempre es difícil decir por qué apetece hacer o no una película. En ese momento, tenía varios guiones entre manos, pero me incliné por este debido a su frescura, a su energía y porque no era una comedia sentimental al uso. No era una comedia que pretendiera ser psicológica y tratar de los problemas de la gente de treinta años. Sus protagonistas tampoco eran de esos que lo tienen todo para ser felices, pero pretenden ser desgraciados. Es un encuentro inusitado que nos lleva hacia una extraña aventura con mucho ritmo y un acercamiento original.





-          ¿Cómo trabajó con los guionistas?


-          Disponíamos de referencias compartidas - de hecho, más anglosajonas o estadounidenses que francesas -, con conceptos fuertes. Pero tampoco queríamos renegar de nuestra cultura y hacer una película estilo tal o cual.


Nos reunimos en numerosas ocasiones para desarrollar las escenas. A veces me empeñaba en profundizar en algunas ideas. Por ejemplo, la escena del hospital con la mujer de los labios hinchados, que desarrollé como una auténtica escena de comedia.





-          ¿Cómo escogió a la pareja de actores?


-          Ahora me doy cuenta de que reuní a una familia de intérpretes eclécticos, de mucha personalidad. Me gusta escoger a actores sin preocuparme por las etiquetas que se les ha puesto.


No tardé mucho en pensar en Virginie Efira. Me gusta su sentido cómico, su forma de hacerse con las situaciones más imposibles. Su frescura encaja perfectamente con el tono de la película y con lo que buscaba para el papel protagonista femenino. No había rodado muchas películas todavía, pero en los ensayos demostró ser la actriz que buscaba. El personaje es la piedra angular de la historia; es el motor de la comedia. En Bélgica, su país de origen y donde hemos rodado, es conocida sobre todo por su trabajo en los escenarios.


La posibilidad de trabajar con François-Xavier me interesó enseguida. Aporta otra dimensión al papel. Es capaz de comunicar que los sentimientos son más importantes que el lado superficial de la seducción. Desprende un aura sincera, densa, muy alejada del estereotipo del género. Gracias a él, la pareja tiene una relación más sentimental. Además, me parece que el lado humano, un poco resignado, muy simpático, le va a las mil maravillas. Tanto él como Virginie son naturalezas positivas, carentes de cinismo, a las que apetece seguir para saber qué les pasará. Se conocen por casualidad, una casualidad orquestada por la vida. Es un encuentro lleno de humor y de emoción.





-          Les rodean una impresionante galería de personalidades interpretativas…


-          Es una película con muchos papeles. Algunos son muy cortos, pero memorables. Me puse en contacto con actores que me gustaban y que me parecían encajar.


El personaje de Raphaël Personnaz era problemático porque es un auténtico papel de primer galán, el compañero ideal que, lógicamente, debería atraer a Virginie. Me gustó mucho el toque que aportó Raphaël a su personaje; aunque esté sinceramente enamorado, siempre mantiene una distancia que le impide luchar como un loco poseso si la relación no funciona con facilidad. Escogí a Raphaël por su desenfado elegante, que limita al personaje a la vez que le da un aura especial.


Francis Perrin se impuso naturalmente para el papel del padre de François-Xavier. Me parece que existe algo familiar entre ellos. La escena que tienen juntos es conmovedora.


Elie Semoun es un actor formidable. Me río mucho con él y con Markus, su personaje. Hacía falta un intérprete con mucho talento para llevar el personaje hasta el final de su locura y de su megalomanía. Da vida a uno de esos personajes fascinantes que todos disfrutamos odiando.


En cuanto a la amiga de Joanna, fui muy feliz de poder contar con Armelle Deutsch. Ha hecho un recorrido atípico y es perfecta para equilibrar el papel de Virginie.





-          “Ser gafe” es uno de los elementos que aporta originalidad a la película. ¿Qué piensa de este estado?


-          Me documenté al respecto y acerca de cómo lo ve la gente. Hay varios libros sobre el tema, pero en Internet se encuentran varias páginas con testimonios sorprendentes. Siento curiosidad, pero tampoco me influye. Soy de naturaleza bastante inquieta y perfeccionista. Más bien creo que hace falta suerte en un rodaje. Por ejemplo, la escena de la fuente habría podido ser una pesadilla técnica si hubiese hecho mal tiempo. Pero, por “suerte”, la rodamos los dos únicos días de buen tiempo. Otro ejemplo, la escena en la barca. Rodamos la caída al agua unos días antes de que el lago se helara de golpe.


En esta película hay una filosofía en la que creo de verdad, y es ver las cosas de forma positiva. Creo que la energía de mucha gente se suma de forma positiva, mientras que en otros casos, se divide. Hay personas que cruzan umbrales cuando se conocen, mientras que la mala suerte persigue a otras. Como ocurre en la película, si miro hacia atrás, me doy cuenta de que algunos momentos que consideré de mala suerte, quizá los peores de mi vida, en realidad fueron la base de otros muy buenos.

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